una vida de cine



en todas las películas,
el héroe siempre derrota
a todos los monstruos.
monstruos peligrosos
a primera vista,
pero que si te fijas
solo se movían hacia ti
sin siquiera mover los brazos.
en realidad eran parte del cuerpo
de un monstruo gigante
que vive bajo tierra.
ese que te hace sentir fuerte
por haber derrotado
a tu miedo a salir de casa,
a que se estrelle el autobús,
a que se rían de ti,
a que se hunda el metro,
a que tu cuerpo no funcione
y a un sin fin de a qués.
pero solo eran cebos.
ni siquiera existían realmente.
como si lo peor
estuviese por llegar,
cualquier esfuerzo
no sirviese de nada,
y cada victoria ganada
fuese un amistoso.
así me siento después
de haber vencido
a todos mis miedos.
ahora venía lo mejor.
mi destino iba a ser un juego
en el que tú creas los niveles.
la felicidad iba a ser
un png sin fondo
que cortar y pegar
en cualquier situación.
ningún pensamiento negativo
puede adueñarse de un recuerdo
con una :) como marca de agua.
no quería que todo
terminase de esta forma.
hasta que sin querer quise,
el viento me sopló en la cara
como cuando yo soplo
un juego de la gameboy
para ver si así funciona.
el aire borró el caché
que no me dejaba ver
el resto de la historia.
en esta parte del argumento
se goza de tranquilidad.
hasta que no llegue
el jefe final armado
con millones de unidades
de negatividad concentrada,
puedo tumbarme tranquilo
a echarme una siesta
en mi línea argumental.
tampoco soy gilipollas,
entreno cuando nadie me ve.
cuando llegue el momento
obviamente venceré, otra vez.
después podré dormir
sin poner el despertador.
hasta que me llamen
para la segunda parte.
¿qué poemas nacerán entonces?

(27/03/2020)

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